jueves, 20 de diciembre de 2012

La seguridad.


La seguridad de las instalaciones de una empresa así como la personal de sus empleados y empleadores, se configura como una importante preocupación de todos ellos en las actuales circunstancias sociales, garantizar la misma es tarea fundamental de los líderes ya que permitirá que la producción y la competitividad no se vean afectada por factores externos.

Durante la última década, la necesidad de seguridad personal tanto en el hogar como en oficinas y centros de producción se ha incrementado enormemente

Las alarmas están cada día más extendidas debido a la necesidad de una mayor seguridad. Hasta hace unos años solo se instalaban sistemas de seguridad en lugares concretos, para preservar de robos, atracos o incendios.

En general se podría definir a un sistema de seguridad, como el conjunto de elementos e instalaciones necesarios para proporcionar a las personas y bienes materiales existentes en un local determinado, protección frente a agresiones, tales como robo, atraco o sabotaje e incendio.

Existen todo tipo de sensores de intrusión a través de puertas, ventanas y demás, o detección de entrada de intrusos en zonas determinadas mediante sistemas perimetrales y volumétricos. Asimismo, hay sensores de humo, de fuego, de inundación, etc.

Todos estos sensores van conectados a una central de alarmas que puede reaccionar de formas diversas, haciendo sonar sirenas, encendiendo luces, poniendo en marcha una instalación contra incendios, tomando fotografías de los intrusos, avisando por teléfono a ciertos números ya previstos o avisando a la central receptora de alarmas, que ponen en marcha todas las medidas deseadas: aviso a policía bomberos, etc.

Una buena instalación de seguridad, ya sea esta de seguridad en casas particulares o en negocios debe estar conectada a una central receptora de alarmas con vigilancia las 24 horas. Ésta es la única forma de ofrecer seguridad continua a la fábrica, almacén, oficina o viviendas familiares de que se trate.

Un sistema de seguridad no debe proporcionar falsas alarmas, ya que en la práctica es tan poco eficaz como aquel que puede vulnerarse fácilmente. Un sistema propenso a dar falsas alarmas, además de no ser seguro, tiende a ser ignorado.

Antes de realizar una instalación habrá que tener en cuenta ciertas consideraciones bien claras ya que van a definir la instalación que se efectuará.

Pero es absolutamente aconsejable que la instalación y el posterior mantenimiento los realice una empresa homologada, dada la posible complejidad de las instalaciones y la propia seguridad del inmueble protegido.

 

A pesar de la no obligatoriedad de que las alarmas de casa cuenten con ello la tendencia en toda Europa es conectar también estos sistemas de seguridad con una empresa de seguridad, ya que ésta ofrece garantías en todos los sentidos. Y puede abarcar el amplísimo campo de la seguridad en el que  se incluirá la seguridad personal y de objetos o enseres de valor.

Los sistemas de seguridad pueden ser variables según las necesidades del local a proteger, así por tanto la mejor alarma de hogar será aquella que mejor se adapte a las características concretas del domicilio en concreto.

Los sistemas de seguridad no sólo sirven para proteger a los bienes e inmuebles, protegen a las personas, ahorran tiempo y dinero y en los procesos domésticos e industriales su uso está totalmente generalizado.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Necesidad de llegar a un acuerdo.

En ocasiones, ya antes incluso de empezar a negociar, vemos la necesidad de tener que alcanzar el acuerdo, bien sea porque la otra parte tiene una posición

monopolística sobre el tema tratado y la única alternativa posible habrá de contar con su aceptación, bien sea porque entendemos que cualquier solución negociada será preferible para evitar males mayores.

En el mundo empresarial son ciertamente escasas las ocasiones en las que

alcanzar el acuerdo se convierte en una cuestión obligatoria para una de las partes, pero hemos de reconocer que tales situaciones, aunque infrecuentes, se dan.

El que en estas circunstancias el acuerdo en sí se convierta en un objetivo de la negociación nos predispone a ceder y a contemplar los intereses de la otra parte.

Puede que incluso estemos dispuestos a aceptar pérdidas con tal de llegar a un acuerdo. Como recordaremos todas estas eran, entre otras, características de la Negociación Colaborativa, por tanto, en ella deberá recaer nuestra elección del estilo negociador.

Posición Dominante.

En el caso opuesto al anterior, si tenemos una situación dominante respecto al

otro ,por ejemplo y refiriéndonos al caso comentado en el criterio anterior, por estar en una posición monopolística, podremos elegir un planteamiento negociador competitivo. No obstante, pese a la obviedad del caso, sería conveniente hacerse la pregunta de si se podrá hacer cumplir el acuerdo antes de decidirse a tomar la elección final. La conclusión de este criterio es por tanto que, cuando tengamos una situación dominante podemos aplicar un estilo competitivo, pero cuidado, no vaya a ser que lo que al final tengamos sea sólo un papel. Insistimos, los acuerdos no sólo hay que firmarlos, lo auténticamente útil de la negociación es que, además, después se cumplan.

viernes, 14 de diciembre de 2012

LOS DOS TIPOS BÁSICOS DE NEGOCIACIÓN.

La forma más común de negociar es la que denominamos “Negociación por Posiciones”. En ella, cada parte toma una posición sobre el tema tratado y trata de convencer al otro para que acepte su propuesta.

Para lograr esta aceptación, los negociadores argumentarán y discutirán la idoneidad de cada una de sus soluciones y los inconvenientes de la propuesta por la parte contraria, haciendo concesiones recíprocas, y tratando con ello de alcanzar un acuerdo, es decir suavizando posturas con el fin de llegar al acuerdo.

En este sencillo proceso, vamos a considerar que existen dos formas de posicionarse: una dura en la que cada negociador defenderá su idea y atacará con vehemencia la idea del contrario, y otra más flexible, que tratará, no tanto de conseguir la victoria para una de las partes, como encontrar la mejor solución posible al conflicto planteado.

Estos dos tipos de actitudes, a la hora de negociar, dan lugar a otros tantos tipos de negociaciones, las que denominaremos “Negociaciones Competitivas” y “Negociaciones Colaborativas”.



Negociaciones Competitivas vs. Negociaciones Colaborativas.

Así el negociador colaborativo considera a la otra parte como "amiga", en tanto que por parte del negociador competitivo, cosiderara a la otra parte como “adversario"; por tanto frente a la insistencia en alcanzar el acuerdo del colaborativo, el competitivo insistirá en que triunfe su posición; frente a la posibilidad de llegar a ceder del colaborativo, el negociador competitivo sólo aceptará acuerdos que le supongan una ganancia.

Vemos así que hay una notable diferencia en la actitud de los negociadores, según se planteen uno u otro estilo de negociación.

Para unos la negociación sólo es comprensible como una forma de competencia. Por el contrario, otras negociadores están convencidos de que todas las negociaciones deben llevarse adelante con el espíritu de que ambas partes ganen.

Como crítica a estos planteamientos genéricos debemos decir que ninguno de los extremos es plausible ni eficaz. La correcta elección del estilo negociador sólo depende de la naturaleza de la negociación de que se trate, y en consecuencia, la idoneidad de mantener un estilo competitivo o colaborativo vendrá definido por ella.

Por ejemplo, no será lo mismo negociar un hecho aislado, y sin posibilidad de relación posterior, que negociar acuerdos continuados en el tiempo.

En el primero de los casos está claro que se podrá actuar de una manera competitiva. Es más, hacerlo de manera colaborativa sería posible, pero ciertamente innecesario: una vez cerrado y culminado, ninguna de las partes tendrán posibilidad de deshacer el acuerdo, o en caso de hacerlo supondrá graves perjuicios y hasta es posible que nunca más se vuelva a negociar. En consecuencia, haber establecido una buena relación con el otro habrá servido de poco si ello no ha servido para obtener futuras ganancias.