martes, 20 de enero de 2009

¿Somos Sofistas?

Esta es la pregunta que nos hacemos mas de uno, porque al fin y al cabo ¿Que pretendemos cuando impartimos cursos, coach o asesoramos a directivos?
¿Perseguimos una verdadera transformación humana del individuo? O de otra manera lo que buscamos es darle las herramientas para alcanzar unos objetivos.
La palabra sofista significaba maestro en sabiduría. Como tales se presentaban estos señores que andaban de lugar en lugar, participaban en la política y cobraban por sus lecciones, cosa que hasta entonces era impensable en el mundo heleno. Sabían o simulaban saber de todo: astronomía, geometría, aritmética, fonética, música, pintura. Pero su ciencia no buscaba la verdad sino la apariencia de saber porque ésta reviste de autoridad.
Enseñaban la “areté” (es uno de los conceptos cruciales de la ética y la política de la Grecia clásica; sin embargo, resulta difícil precisar con exactitud su sentido. En su forma más elemental, la areté es la "excelencia" o "perfección") requerida para estar a la altura de las nuevas circunstancias sociales y políticas (recordemos que la palabra “areté”, traducida generalmente por virtud, no tenía entonces las connotaciones morales que nuestra palabra virtud tiene; era más "lo que es propio de")
La primera exigencia de esa areté era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", dice Protágoras. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de los razonamientos y discursos de manera que nos conduzcan al fin que deseamos, sea este ético o no. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas.
No eran, pues, propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene "su" verdad.
Por tanto ¿No somos en el fondo un poco sofistas?, o es que podemos afirmar, con el corazón en la mano, que cuando impartimos un curso, damos una conferencia o “coachamos” ¿No perseguimos que los receptores de nuestras teorías, técnicas o métodos triunfen?
Pues si señores, yo me considero “Sofista”, sofista porque lo que persigo es que cuando imparto clases mis alumnos consigan progresar en sus conocimientos de manera que consigan sus objetivos, enseño para la practica. Es verdad que como todos enseño teorías, grandes teorías e incluso aquellas en las que no creo, pero creo que hay mas, debemos trascender a estas, debemos bajar al barro, debemos enseñar a triunfar a lograr objetivos

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