Cuando alguien adopta un papel de líder dentro de una
organización, de su estilo depende cómo maneje sus habilidades, tanto
técnicas, humanas o conceptuales.
La habilidad técnica es la capacidad para poder utilizar en
su favor o para el grupo, los recursos y relaciones necesarias para desarrollar
tareas específicas y afrontar problemas. La habilidad humana es a través de la
cual influye en las personas, a partir de la motivación y de una aplicación
efectiva de la conducción del grupo para lograr determinados propósitos. El
tercer elemento corresponde a la habilidad conceptual, aquella capacidad que se
tiene para comprender la complejidad de la organización en su conjunto, y
entender donde ajusta su influencia personal dentro de la organización.
Cada individuo en la práctica va perfeccionando, o
deteriorando estas habilidades de acuerdo a su posición y resultados dentro de
la organización a lo largo del tiempo. Poco a poco se va conformando su propio
estilo de liderazgo.
Es importante comprender las necesidades de los seguidores,
y a partir del grado de madurez de éstos, establecer el estilo apropiado. El
líder deberá constantemente escuchar y comprender a sus colaboradores para
poder determinar los estilos que deberá utilizar en las diferentes situaciones
que se presenten. Debe tratar siempre de anticiparse a los hechos y no actuar
cuando ya es demasiado tarde.
Más tarde o más temprano todos los líderes tratan de
infundir o reforzar la confianza de sus seguidores. En el fondo de una motivación bien
sustentada, están la actitud positiva hacia el futuro, la confianza de lo que
se puede lograr con el propio esfuerzo, y la conciencia de que nada es
sencillo, y que nada es seguro para siempre.
Los líderes adoptan una personal y activa actitud hacia los
objetivos y metas. La influencia del líder se ejerce en cambios de humor, evocando
imágenes y expectativas, y estableciendo deseos específicos y propósitos que
determinan la dirección y el enfoque hacia donde se quiere llegar. El resultado neto del liderazgo, es lograr
cambios en lo que la gente piensa acerca de lo que es deseable, posible y
necesario.
Por otra parte, el éxito de los
grandes líderes depende también de su habilidad para construir una base de
seguidores leales y capaces. Nutrirse de un grupo efectivo, requiere dejar de
pensar que el líder es el único que debe realizar el trabajo intelectual y que
los seguidores sólo cumplen órdenes. La comunicación sincera, el esfuerzo
conjunto y la corresponsabilidad, unidos al trabajo dificultoso, dinámico y
comprometido proporciona las bases hacia el éxito del grupo.
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