Liderazgo no siempre
requiere del uso del poder para influir en los pensamientos y en las acciones
de otras personas. Pero a veces, el poder está o ha estado relacionado con el
liderazgo.
El poder en las
manos de una persona, supone riesgos humanos: primero, el riesgo de equiparar
poder con la habilidad para obtener resultados inmediatos; segundo, el riesgo
de ignorar los diferentes caminos por los que se puede acumular legítimamente
poder, y caer en la ilegalidad; y tercero, el riesgo de perder el control por
el afán de obtener más poder. La necesidad de acotar estos riesgos, implica el
desarrollo de un liderazgo colectivo y un manejo ético.
Las biografías de
los líderes que han sido importantes, repetidamente han demostrado la parte
importante que juega el maestro o el guía político, en el desarrollo
individual. Los grandes maestros toman riesgos.
Apuestan por el talento que perciben en la gente joven. Y ellos toman el
riesgo emocional de trabajar cercanamente con sus alumnos. El riesgo no siempre paga, pero la buena
voluntad y el interés del maestro seguirá siendo crucial para el desarrollo de
auténticos líderes.
Ha sido frecuente la
búsqueda insistentemente una serie de características especiales, de rasgos y
atributos, que por su escasa frecuencia o por su intensidad inusual, permitan
comprender una supuesta excepcionalidad de la mujer o del hombre que llega a
ser líder en contextos políticos.
Una característica
del líder político, es una habilidad para detectar las grietas o debilidades de
una estructura social. Esta le permitirá definir y encabezar movimientos de
ruptura, reforma o revolución. Hay que entenderlo como un líder que se mueve
dentro de un grupo social, que aprovecha sus resquicios para cambiarlo o que se
beneficia de sus posibilidades para mantenerlo. Esto no se puede cumplir sin
tener en cuenta el entorno y las destrezas o habilidades de la persona concreta
que desempeña la función de liderazgo.
A su vez, es
importante hacer hincapié en diferenciar al dirigente del que ejerce un
liderazgo:
-
Podríamos decir que la condición de dirigente tiene que ver más con la
legalidad estatutaria, y con el procedimiento formal de designación, en tanto
que el liderazgo se sustenta en la legitimidad de un mandato que se asume, tal
como hemos dicho en el punto anterior.
-
El líder se inspira en la convicción, o en la entrega emocionada de
sus seguidores; en tanto que el dirigente confía en la disciplina de sus
colaboradores, y en la solidez de la organización.
-
El líder debe ser y parecer, y el dirigente basta con que lo sea. El que ejerce un liderazgo no está sometido a
términos o fechas; pero el que desempeña una dirigencia normalmente responde a
plazos estrictos.
-
Entre el líder y dirigente siempre hay una paradoja: El dirigente aspira siempre a ser líder -
aunque no siempre lo logra - y el líder muchas veces llega a transformarse en
dirigente - aunque no lo quiera.
-
Aún cuando el líder y el dirigente cuentan con el carisma para
realizar su trabajo, la diferencia es radical: el carisma del líder es
personalísimo, y por ende intransferible, y el del dirigente es institucional,
y se traspasa automáticamente al relevo en turno.
-
El dirigente manda, el líder convence. La perseverancia, en el líder,
llega a parecer heroicidad, en tanto que en el dirigente apenas se considera
trabajo de rutina.
-
La dirigencia es un oficio, y el liderazgo un arte. Las dos son tareas gregarias, pero una - la
dirigencia - tiene que ver con pocos, y la otra -el liderazgo - con muchos.
-
El líder cree en la acción, y el dirigente confía más en la
omisión. El dirigente prefiere más el
gradualismo, y el líder busca la transformación súbita.
-
El dirigente pugna porque los principios se respeten; y el líder
porque se disfruten. El dirigente se inclina por la capacidad y la efectividad,
el líder por la ideología.
Al margen de líderes
o dirigentes, conviene recordar que la pasión o la emoción, no hace del hombre
un auténtico líder político, es la entrega a una causa digna que se ejecuta en
toda su magnitud. El dirigente debe aspirar a ser líder si desea conducir
efectivamente a su organización; y no obstante, el líder no está llamado a ser forzosamente dirigente.
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