lunes, 11 de agosto de 2014

LA IMPORTANCIA DE LA MOTIVACION EN EL LIDERAZGO INSTITUCIONAL


La importancia de la motivación en el liderazgo institucional,  es un proceso general por el cual se inicia y dirige una conducta hacia el logro de una meta.
Este proceso involucra  variables  tanto  cognitivas  como  afectivas:  
·     Cognitivas  en  cuanto  a  las habilidades de pensamiento y conductas instrumentales para alcanzar las metas propuestas;
·     Afectivas, en tanto que comprende elementos como la autovaloración
Ambas variables actúan en interacción a fin de complementarse y hacer eficiente la motivación, este proceso que va de la mano de otro, esencial dentro del ámbito laboral y empresarial: el adiestramiento.
Dentro  del  estudio  de  variables  motivacionales  afectivas,  las  teorías  de  la motivación, y en particular el modelo de autovaloración de Covington, postulan que la valoración propia que un estudiante realiza se ve afectada por elementos como el rendimiento laboral y la auto percepción de habilidad y de esfuerzo.
Entre ellos, la auto percepción de habilidad es el elemento central, debido a que, en primer lugar, existe una tendencia en los individuos por mantener alta su imagen, estima o valor, que en el ámbito organizacional significa mantener un concepto de habilidad elevado; y en segundo lugar, el valor que el propio trabajador se asigna es el principal activador del logro de la conducta, el eje de un proceso de autodefinición y el mayor ingrediente para alcanzar el éxito.
Esta autovaloración se da a partir de determinado desarrollo cognitivo. Esto es, auto percibirse como hábil o esforzado es sinónimo para los empleados; poner mucho esfuerzo es ser listo, y se asocia con el hecho de ser hábil.
En los niveles medio superior de jerarquía y esfuerzo no son sino sinónimos; el
 
esfuerzo no garantiza un éxito, y la habilidad empieza a cobrar mayor importancia. Esto se debe a cierta capacidad cognitiva que le permite al sujeto hacer una elaboración mental de las implicaciones casuales que tiene el manejo de las auto percepciones de habilidad y esfuerzo. Dichas auto percepciones, si bien son complementarias, no presentan el mismo peso para el líder de la organización; de
acuerdo con el modelo, percibirse como hábil (capaz) es el elemento central.


 
En este sentido, en el contexto de motivación



ol s profesionales valoran s el


 

esfuerzo  que  la  habilidad.  En  otras  palabras,  mientras  un  líder  espera  ser reconocido por su capacidad (que es importante para su estima), en el ambiente laboral se reconoce su esfuerzo.

De lo anterior según los motivadores derivan tres tipos de lideres organizacionales o institucionales:

 

1.   Los orientados al dominio. Sujetos que tienen éxito laboral y organizacional, se consideran capaces, presentan alta motivación de logro y muestran confianza en si mismos. Un ejemplo serian los lideres de los partidos políticos.

2.   Los que aceptan el fracaso. Sujetos derrotistas que presentan una imagen propia deteriorada y manifiestan un sentimiento de desesperanza aprendido, es decir que han aprendido que el control sobre el ambiente es sumamente difícil o imposible, y por lo tanto renuncian al esfuerzo. Ejemplo de ellos; los lideres sindicales.

3.   Los que evitan el fracaso. Aquellos lideres que carecen de un firme sentido de aptitud y autoestima y ponen poco esfuerzo en su desempeño; para "proteger" su imagen ante un posible fracaso, recurren a estrategias como la participación mínima en el la organización.

El juego de valores habilidad / esfuerzo empieza a ser riesgoso para los alumnos, ya

 

que si tienen éxito, decir que se invirtió poco o nada de esfuerzo implica brillantez, esto es, se es muy hábil. Cuando se invierte mucho esfuerzo no se ve el verdadero nivel de habilidad, de tal forma que esto no amenaza la estima o valor como estudiante. En este caso el sentimiento de orgullo y la satisfacción son grandes.

Esto significa que en una situación de éxito, el auto percepciones de habilidad y

 

esfuerzo no perjudican ni dañan la estima del líder  ni el valor que motivador otorga. Sin embargo, cuando la situación es de fracaso, las cosas cambian. Decir que se invirtió gran esfuerzo implica poseer poca habilidad, lo que genera un sentimiento de humillación. Así, el esfuerzo empieza a convertirse en un arma de doble filo y en una amenaza para los lideres de la organización, ya que éstos deben esforzarse para evitar la desaprobación del motivador, pero no demasiado, porque en caso de fracaso, sufren un sentimiento de humillación e inhabilidad.

Dado que una situación de fracaso pone en duda su capacidad, es decir, su autovaloración,  algunos  lideres  institucionales  evitan  este  riesgo,  y  para  ello emplean ciertas estrategias como la excusa y manipulación del esfuerzo, con el propósito de desviar la implicación de inhabilidad.

 

Como se había mencionado, algunas de estas estrategias pueden ser: tener una participación mínima en  las reuniones de accionistas, demorar la realización de una labor.

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