Ronald Heifetz junto con Marty Linsky y Alexander Grashow nos
hace en “La Práctica del Liderazgo Adaptativo”, una propuesta enormemente
atractiva .
Tal y como sucede en el campo de la biología, el Liderazgo
Adaptativo es un proceso de selección. Es un proceso conservador y progresista
al mismo tiempo, tenemos que conservar aquello que funciona, y debemos ser
capaces de cambiar para encontrar aquello que nos permitirá sobrevivir en el
futuro. No se trata, por tanto, de
cambiarlo todo, sino de ir evolucionando, de cambiar con agilidad, de adaptabilidad
ante los nuevos retos.
El Liderazgo Adaptativo no consiste sólo en cambiar. De hecho,
si acudimos al campo de la biología podemos comprobar que la naturaleza
conserva la mayor parte del ADN anterior. Esto mismo aplica a nuestras
organizaciones y a nuestra vida profesional, en las que debemos ser capaces de
identificar aquello que deseamos conservar, normalmente lo mejor de nuestra
experiencia anterior. En muchos casos se ignora esta premisa y se concentra
toda la ccion de la organización exclusivamente en el cambio. Olvidando así una
parte fundamental de su labor: recordar a la gente que un proceso de cambio
también implica una gran reflexión constructiva sobre lo que se ha de
preservar.
Este es el motivo por el que es preferible hablar del Liderazgo
Adaptativo como movilización de los trabajos de adaptación, más que como cambio
transformacional.
La experiencia en sectores donde el legado acumulado a lo largo
de los años es especialmente poderoso nos demuestra que la palabra
“transformación” ha adquirido una cierta connotación negativa capaz de bloquear
los cambios deseados. La explicación de este rechazo es bien sencilla: el
concepto de transformación está asociado a una creación totalmente nueva, y la
organización interpreta esta apuesta como una negación total de la historia y
la cultura anteriores.
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