La conciencia de
marca responde a la pregunta: ¿Quién te conoce?
La conciencia de
marca se produce cuando una marca consigue un alto nivel de conocimiento dentro
de su mercado, hasta el punto de ser reconocida y recordada entre distintos
grupos de personas; tanto clientes y público objetivo, como personas sin
interés aparente por la marca. Esto significa que la marca está presente en el
subconsciente de los consumidores y es fácilmente recordada siempre que se
encuentre entre productos o comunicaciones de su categoría. En definitiva,
cuando existe conciencia de marca, el público objetivo de la marca es capaz de
reconocer su nombre y sus asociaciones de manera inconsciente.
La conciencia de
marca comprende dos elementos:
·
El reconocimiento. Reconocer una marca
implica recordar la marca y sus asociaciones cuando nos exponemos ante esa
marca u otra similar.
·
El recuerdo. Recordar una marca de memoria,
sucede cuando relacionamos una marca directamente con su categoría sin
necesidad de exposición previa o interacción directa con la marca. Esto
significa que la marca ha conseguido un alto nivel de visibilidad y se ha
grabado en la memoria de su público objetivo como la marca más memorable de su
categoría.
¿Cómo se consigue la
conciencia de marca?
Tan sencillo de
explicar, como complejo de lograr. La conciencia de marca es el resultado de la
visibilidad de la misma, es decir, del nivel de exposición de la marca entre su
audiencia. Para que la marca sea vista, escuchada, pensada y sentida por su
público objetivo, habrá que lograr que cada una de las comunicaciones que
despliegue sean consistentes y coherentes con su concepto e identidad.
La eficacia de las
estrategias para conseguir un alto nivel de conciencia de marca, varía mucho en
función del sector en que nos encontremos.
Hay quienes defienden
que un grupo reducido y bien conectado de “influenciadores”, son los responsables de
que una idea, producto, marca, tendencia, etc., se difunda como si de un virus
se tratara. Los defensores de la primacía de los influenciadores en la
viralidad, aconsejan centrar los esfuerzos de marketing en identificar primero
quiénes influyen en un determinado ámbito o sector, para a través de esta
selecta minoría, llegar posteriormente a grupos más amplios.
Por otro lado, hay
quienes consideran que el efecto viral es algo aleatorio e
impredecible, pues resulta tan complejo y depende de
tantos factores distintos, que la difusión de tendencias, marcas, ideas, etc. Así,
cualquier intento de influir
comercialmente sobre un gran número de personas, a través de unos pocos y
selectos influenciadores, está casi con toda seguridad condenado al fracaso.
Huelga decir, que los detractores de la omnipotencia de los influenciadores
sobre la propagación de ideas, productos, marcas o tendencias, consideran el
marketing clásico como mucho más efectivo para generar viralidad, que el
marketing dirigido a unos pocos con la intención de que luego sean estos
quienes difundan las campañas.
Indudablemente
existen infinidad de ejemplos, que muestran cómo se puede crear la conciencia
de marca en nuestras cabezas sin necesidad de recurrir a la polémica, ni de
utilizar la planificación de medios tradicional, como pueden ser los
patrocinios, el respaldo de las celebridades, la inclusión de artículos o imágenes
de marcas en películas de cine, series o programas de televisión, acciones de
Responsabilidad Social Corporativa.
Consideración aparte,
merece el tema de si este tipo de estrategias de comunicación son adecuadas o
no al posicionamiento de las marcas, y de qué manera contribuyen a sus
resultados a corto, medio y largo plazo, tema que veremos en los siguientes
posts.
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